Los más fieros defensores de la cadena tradicional del libro se escandalizan de la mercantilización del libro trasladada a sus obras, sin embargo, la gran mayoría han seguido ayudando a engordar esta visión de la cultura donde los procesos productivos en cadena ayudan a reducir los precios de venta y con ello facilitan el acceso a una cantidad de obras que de otra manera sería dificil de poder conseguir. Libros tratados como «productos» para espanto de autores y no tanto de editores nos llevan a la pregunta clásica de ¿el fin justifica los medios? Si se trata de facilitar el acceso, ¿porqué ese desprecio de muchos a las ediciones en libro electrónico? ¿Quizá porque pierden el control y los ingresos generados al producir esas ediciones cartoné de más de 20 euros? ¿Hasta cuando seguiremos re-re-re-re-re-reditando ciertas obras? ¿ Solo el lector de obras en versión de luxe merece el respeto del editor y de toda la cadena (interesada) del libro «tradicional»? ¿Si me gusta una edición con estampaciones de Julio Verne debo echar pestes de la edición electrónica de dicha obra? ¿Que piensan ustedes de las máquinas expendedoras de libros? Una caja de condones, una lata de Aquarius y una rústica que me llevo para el camino.
Hay sitio para tod@s, sin embargo muchos se siguen empeñando en que seamos unidireccionales de pensamiento.